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Tarde de "estudio" [Fan-fic sobre "La corriente vida de Elia Rose"]

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Mensaje por Rosatrice Mar Abr 08, 2014 3:42 pm

Tarde de "estudio"

Spoilers: Ninguno.
Edad mínima: 15 estaría bien.
Contenido sexual: sí, aunque bastante "ligero" y poco explícito.
El relato es una breve historia de amor que nos ubica dentro de una de mis novelas, La corriente vida de Elia Rose, aún así, es un propio fanfic de una de mis creaciones, por lo que no influye en la trama de la historia original. Al ser una historia breve de un sólo capítulo, no tiene continuación, espero que os guste.





La pequeña habitación estaba desierta, como de costumbre, ni un póster decorando las paredes, ni un adorno o caja encima del escritorio. Aquello era poco más que una cama individual y un ordenador en una sala con un mobiliario de color claro. Todo era bastante extraño, hasta mi habitación me resultaba ajena a mí mismo. La verdad es que sobre la vivienda unifamiliar se cernía una calma inusual, ya que el resto de la familia había salido fuera de viaje y yo me había quedado el fin de semana para preparar unos exámenes y terminar un trabajo. El picaporte sonó y la puerta se abrió con un movimiento delicado. Veo como la figura rubia entra a la estancia, con paso tranquilo, y se sienta frente al ordenador en la silla vacía que hay a mi lado. No puedo evitar fijarme en sus ojos

− Perdón por la tardanza−su voz aterciopelada acompaña su disculpa mientras que sus mejillas se colorean de un débil rosa−. Muchas gracias por dejarme utilizar tu baño, Danniel.

Al mover su cabeza para hablarme, su ojo azul es ocultado por un mechón dorado que se cierne sobre  su rostro. Su otro ojo, verde, me dedica una mirada que provoca que mi cara enrojezca. ¿Por qué me pasaba eso a mí?

− N-no tiene importancia... −digo mientras dirijo mi mirada a otra parte.

Escucho una pequeña risa, sé que es la suya. Sinceramente, lo tiene todo. Es gentil, amable y con una educación bastante refinada, a demás su melena rubia pide a gritos que pase mis dedos por ella en una suave caricia; pero lo que más llama la atención es la heterocromía de sus ojos. Sin embargo existe un pequeño problema.

− La verdad es que deberíamos empezar con el trabajo, ¿no crees?−sus palabras me arrancan de mis pensamientos.
− Sí, es verdad... −en qué estaba pensando, si está aquí es porque el profesor nos puso juntos para el trabajo del instituto−. ¿Cómo crees que deberíamos empezar?

− El trabajo es de teatro clásico, ¿no? −comentó−. Me he enterado de que se te dan bien el latín y el griego, podrías orientar tú el trabajo.

− No se me dan tan bien... −justo cuando el rubor de mi rostro había desaparecido, un cumplido me estalla de frente. ¿Por qué tiene que ser todo tan difícil?−. A demás a ti se te dan mejor en otras cosas, después de todo eres muy conocido gracias al club de teatro. En la última representación creo que os dieron un premio.

Él sonrió. Su cara era hermosa, para ser un chico tenía rasgos muy afeminados, incluso su altura y su físico podrían pasar por los de una adolescente con poco pecho. Desde el principio del curso, Kevin Williams había despertado interés entre las demás estudiantes, pero se mantenía algo alejado respecto a ellas, y no porque no fueran guapas, a aquel muchacho debía pasarle algo para rechazar a tantas chicas como lo había hecho. Quizás ya tenga novia.

− Fue un premio sin importancia. A demás, el premio fue por el vestuario, no por nuestra actuación −en ese momento una mueca apareció en su rostro y la felicidad se esfumó como si nada.

− ¡Es igual! −nunca se me dio bien eso de dar ánimos−. Seguro que lo hiciste genial. Además, la tragedia griega seguro que se asemeja bastante a las obras en las que actúas.

Un pequeño silencio acabó con los vestigios del buen ánimo que quedaba en la habitación. ¿Habré dicho algo malo? Esto se está poniendo un poco incómodo. Kevin tenía una mirada algo desganada, más bien triste. Aunque, no sé por qué, meneó la cabeza rápidamente de un lado a otro y mostró una cara sonriente.

− A veces se parece más de lo que imaginas −su tono de voz volvía a ser el mismo−. En la última no había suficientes chicas para una obra y a mí me toco realizar un papel femenino −abrí los ojos sorprendido−. Es verdad, me pusieron una peluca, un vestido y algo de relleno −dijo pasando sus manos primero en la cabeza y luego colocándolas suavemente en la zona de su pecho−. Aunque... −su tono se fue apagando poco a poco− muy pocas personas fueron las que me felicitaron en aquella ocasión.

Otra vez su sonrisa se había esfumado. Sus ojos parecían llenarse de lágrimas. No sabía qué hacer. El vestirse con ropa de mujer debía ser algo vergonzante para un chico, pero el imaginarme a Kevin llevando ropa de mujer sólo hacía que me atrajese más la idea de verlo vestido así. Aunque... ¿por qué tiene que pasarme esto? Yo lo último que quiero es que derrame lágrimas, soy incapaz de verlo así.

− Tranquilo −dije mientras le tendía un pañuelo desechable, de los que guardaba en el bolsillo del pantalón, para que se secase las lágrimas−, tú no tienes la culpa de nada −se quedó mirándome a los ojos−. Te vestiste de mujer, ¿y qué? Sólo fue una actuación, quien se riera de ti no era lo suficiente inteligente como para comprender la situación. No tienes por qué sentir vergüenza.

Mi mano rozó su rostro con una caricia suave. Aún podía notar la humedad en su rostro. Debía decir algo, pero no sabía muy bien el qué. Simplemente abrí mi boca y pronuncié la única verdad que podía decir para intentar animarlo.

− Eres hermoso −fue un susurro, pero hizo que el muchacho enrojeciera por el cumplido.

Con las mejillas sonrosadas Kevin limpió las lágrimas de su rostro avergonzado.  Cuando hubo terminado contemplé con calma sus brillantes ojos. En ese momento un impulso surgió de mí, quería besar sus labios. Me preguntaba si aquello estaría bien, si yo mismo estaba de acuerdo con ello, y si al hacerlo Kevin reaccionaría de forma positiva; pero todo aquello, y más, transcurría de forma rápida por mi mente. Kevin seguía allí, en la silla, y lo que hizo me pilló totalmente por sorpresa. Se acercó a mí, parecía como si quisiera decirme algo al oído, pero en lugar de eso me dio un beso en la mejilla.

− Eres muy bueno conmigo −dijo él. Sé de sobra que detrás de eso vendría algún pero−. Pero no creo que esté bien, quiero decir, después de todo yo soy un-

Mis labios callaron los suyos. No podía aguantar aquello, y si Kevin decidía marcharse, no querría arrepentirme en un futuro de no haberlo intentado. Mi rostro se separó del suyo. Tenía sus ojos abiertos, el beso le había pillado desprevenido. Al fin reaccionó pestañeando y atusándose el cabello.

− Ahora, entenderé que quieras irte −las palabras golpearon mi pecho conforme salían de mi boca−. Así que... ahí tienes la puerta −le indiqué con la mano la puerta situada en medio de la pared desnuda.

Él siguió de pie. Abrió y cerró los ojos como si estuviera asimilando lo que había pasado. Entonces, agachando su cabeza, se encaminó a la puerta, pero antes de llegar se detuvo.

− No −empezó−. No me parece justo −se dio la vuelta. Su rostro reflejaba algo parecido a desilusión−. Tú puedes contarme lo que piensas, pero yo también tengo cosas que decir. Yo, yo...  −le costaba hablar, como si estuviese buscando las palabras correctas−. Tú me haces sentir bien, pero... no sabía que pudieras sentirte igual −se iba acercando poco a poco−, tus palabras siempre me han agradado, me hacían sonreír −Kevin llegó hasta donde me encontraba−. La verdad es que la mayoría de la gente me hace sentir mal conmigo mismo, pero tú en cambio conseguías que mostrase una sonrisa.

Los brazos de Kevin me rodearon. Me sentía extraño, pero me embargó una cálida sensación de bienestar y tranquilidad difícil de explicar. Le devolví el abrazo y nuestros cuerpos permanecieron así durante varios segundos. Poco a poco nos separamos.

− No quiero verte otra vez triste, sólo deseo verte sonreír.

− Ya no estoy triste −respondió él.

Su rostro se acercó al mío y esta vez fue él quien tomó la iniciativa. Con sus finos dedos acariciando mi cara sus labios se unieron otra vez a los míos. Avancé llevándolo a la cama y eché mi cuerpo encima de él. Sus ojos inspiraban duda, Kevin era un chico tímido después de todo, aún así no dijo nada y mis manos comenzaron a moverse hacia su ropa. Desabroché la cremallera de la sudadera gris que vestía liberándolo de ella, no llevaba camisa interior alguna, por lo que su pecho quedó completamente desnudo. Su pecho... tardé poco en deslizar mis dedos sobre él. Kevin tenía la piel clara y suave, me dieron ganas de permanecer abrazado a él, un abrazo cálido que durase para siempre; pero en ese momento deseaba otra cosa. Besé su piel, fueron besos cortos y breves. Me sentía avergonzado, pero no podía detenerme. Continué pasando mis labios por el resto de su pecho hasta llegar a sus brazos, terminando en una cariñosa y pequeña mordedura al final en su muñeca, no era de verdad, sólo rocé con mis dientes su articulación cuando mi boca pasó por allí. Aquello hizo cosquillas al chico.

− Danniel −dijo apartando mi cara de su cuerpo. Tenía el rostro bastante sonrojado, más incluso que las otras veces−. No hace falta que hagas esto por mí, quiero decir... soy el único que-

Pero no terminó la frase. Había situado mi mano encima de su pantalón, y comencé a bajar la cremallera de éste. Iba a preguntarme a mí mismo qué es lo que estaba haciendo, pero él se adelantó.

− ¿Q-qué haces?

− Creo que está claro −dije tras pensarlo un rato. La verdad, aquella situación era bastante extraña para mí, pero sólo quería que Kevin disfrutase−. Lo único que quiero es hacerte feliz.

El siguió intentando que me detuviese, pero una vez que me deshice de su vaquero y me adentré más en su ropa interior, pareció no importarle tanto. Mi mano derecha comenzó a acariciar su fina piel al mismo tiempo que mi mano izquierda rozaba suavemente su mejilla. Kevin incorporó un poco la cabeza para contemplar lo que hacía, pero se lo impedí besándole el cuello.

− Para −su voz estaba mezclada con un débil gemido−. Para, detente −detuve mi mano y dejé de mordisquear su cuello. Le miré a los ojos−. Creo que esto no está bien, ambos somos chicos... lo que estamos haciendo no es normal −hizo una pausa y desvió su vista, como sintiéndose culpable por lo que hacía−. Tú estarías mejor con cualquier chica del mundo antes que conmigo, así que por eso no creo que esto sea una buena idea.

Desvié la vista de su mirada. Aquello lo decía en serio, e ideas muy similares estaban pasando por mi cabeza en ese instante, pero no podía detenerme. Aunque Kevin no sea una chica este es uno de los mejores momentos de mi vida. Quiero hacer que se sienta bien, no quiero verlo llorar nunca más. Y, desobedeciendo sus palabras, escucho sus quejas cuando dirijo mi mano una vez más hacia abajo a la vez que mi boca vuelve a besar su cuerpo desnudo. Esta vez más rápido. Mis pulsaciones se aceleran, soy incapaz de controlarme. Escuchando los gemidos de Kevin mi mano derecha no hace otra cosa que deslizarse una y otra vez con dedos juguetones. Mi boca besa y lame su cuello mientras que mi mano izquierda acaricia nuevamente su delicado pecho, tocando con las yemas cada parte sensible que pudiera haber en él. Continúo escuchando la voz de Kevin, pero ahora no son quejidos lo que se oye. Él está disfrutando con esto, noto como su cuerpo se estremece ante mis acciones y como mi mano derecha empieza a humedecerse, se podría decir que yo también estoy disfrutando.

− Danniel −mi nombre sonó más bien como un jadeo, al que le acompañó un largo gemido.

Kevin agarró con fuerza las sábanas de la cama mientras su cuerpo se estremecía. Mi mano se agitó mientras él manchaba su propio vientre. Continuaba jadeando tumbado sobre el colchón, su cuerpo desnudo encima de las sábanas blancas parecía agotado. Lentamente me separo de él y me voy incorporando. Saco otro pañuelo desechable para limpiar su cuerpo. Cuando se lo acerco, puedo ver como Kevin abre los ojos, a la vez que su rostro se llena de vergüenza.

− No te preocupes −le digo−. Después de todo he sido yo quien ha hecho que esto pasara. No tienes de qué avergonzarte.

El silencio se cernía sobre la habitación mientras elimino los restos que quedaban en su piel. Cuando termino, tiro el pañuelo a la papelera de debajo del escritorio. Al darme la vuelta observo como Kevin ha subido las sábanas de mi cama para tapar su desnudez. Su boca también queda oculta por ellas, contemplándose sus dedos agarrando la tela justo por debajo de la nariz. Aquella escena me encanta, desearía poder verla todos los días. Poco a poco, me acerco a la cama, sentándome justo al lado de él, pero se aparta hacia un lado cuando por fin estoy sobre el colchón. Su mirada permanece bajada, y su boca sigue cubierta aún por las sábanas. Algunas ideas pasan por mi cabeza culpándome, ¿y si lo que he hecho de verdad no está bien? Tal vez a Kevin no le haya agradado la idea y por eso está enfadado conmigo, después de todo soy un chico, ¿y si a Kevin sólo le gusta estar con chicas?

− Comprendo que estés enfadado −susurro algo decepcionado−, creo que debería haberme parado cuando me lo pediste... Lo siento.

Decir aquello me hizo sentir fatal. ¿De verdad pienso eso? ¿O sólo lo estoy diciendo para hacer que Kevin se sienta mejor? ¿Puedo, en serio, abandonar principios como la sinceridad al hablar con alguien, sólo para que éste pueda perdonarme? La cabeza me empezaba a doler con tantos interrogantes sin responder y Kevin permaneciendo en silencio. La situación era incómoda y no podía aguantarla más. Me agarré la cabeza, más bien los pelos, y la fui bajando hasta mis piernas, enterrándola con mis brazos. Todo me parecía inútil, hasta que sentí una mano sobre mi espalda.

− No ha estado tan mal −la voz de Kevin apenas se escuchaba−. Aunque no te hayas parado... supongo que lo he pasado bien −alcé mi cabeza para contemplarlo mejor. Se había liberado completamente de la fina tela y lucía su frágil desnudo una vez más, sus ojos brillaban como nunca lo habían hecho, y en su rostro apareció una de las sonrisas más bonitas que haya visto en mi vida−. Pero... también me gustaría poder complacerte... de alguna forma−juntó sus manos moviéndolas nerviosamente.

El escuchar esas palabras me hizo tan feliz que quedé en estado de shock durante unos segundos. Acto seguido no se me ocurrió otra cosa que abrazar a Kevin, rodearlo con mis brazos y apoyar mi cabeza en su pecho. Mi cuerpo se sentía a gusto, cálido con el tacto de otra persona. Me sentía querido. Estaba tan embelesado por la situación que, sin darme cuenta, los párpados me fueron pesando hasta tal punto que caí en un ligero sueño.


- - - - - - - - - - - -


Desperté tras varios minutos, o quizás fueron horas, con la cabeza dándome vueltas y notando algo de presión en mi pecho. Abrí los ojos lentamente. Lo primero en encontrarme fue una cabeza de cabellos claros, rubios, apoyada encima de mi torso desnudo. Aquello me pilló por sorpresa y me sobresalté un poco, haciendo que el chico se percatase de eso. Kevin parpadeó tres veces antes de soltar un dulce bostezo. Se restregó los ojos con su mano izquierda, a la vez que presionaba su cuerpo contra el mío. Me di cuenta de que la camiseta que llevaba hasta entonces había desaparecido, me pregunto cuándo me la habré quitado.

− Buenos días −dijo Kevin con voz algo cansada apoyado en mi pecho desnudo−. ¿Qué tal has dormido?

− B-bien −¿aquello era real? Parecía sacado de alguna película romántica. ¿De verdad Kevin seguía ahí? Aún somnoliento me planteaba varias preguntas, pero pronto encontré  una que estaba rondando mi mente−. Ke-kevin...

− ¿Si?

− Me gustaría saber... p-por qué estoy sin camiseta −no podía articular bien las palabras y encima en esa situación me sentía como un completo idiota.
Kevin alzó su vista. Sus ojos azul y verde brillaron entre su dorado flequillo antes de cerrarse. Abrazó mi cuerpo y oculto su rostro.

− Eso... −empezó en voz baja−, eso lo hice porque tenía frío. Te dormiste y yo estaba desnudo. No quería apartarme de ti, y estas sábanas son muy finas −alzó la sábana blanca con la que estaba envuelto−, así que me acurruqué junto a ti. Pero tu camiseta estaba fría y no me sentía cómodo al abrazarte de esa forma. Así que... te quité la camiseta... para poder estar juntos.

Su corta excusa llegó a conmoverme. Agarraré a Kevin con las manos y, poco a poco, lo levanté, mis brazos rodearon al chico y mi cabeza quedó apoyada en su hombro. Me sentía feliz en esos momentos. Cerré los ojos y lo abracé más fuerte.

− Danniel... −dijo algo extrañado−. ¿Estás llorando?

No me había dado cuenta hasta el momento, pero sí, estaba llorando. Al parecer mis lágrimas habían caído resbalando por mi cara, yendo a parar a la espalda de Kevin. Me separé de él y me froté los ojos intentando hacer parar el fluir de las lágrimas.

− Un poco −dije tras tranquilizarme−. Pero no te preocupes, son lágrimas de felicidad −mostré una sonrisa y observé como él también sonreía−. Eres una persona especial Kevin, mejoras la visión que tengo de mí mismo, es como si me hicieras mejor persona.
El chico se ruborizó y se ocultó entre las sábanas. Se agazapó formando un ovillo encima de la cama. Permaneció tapado, cubriendo completamente todo su cuerpo. Dirigí mi mano hacia él y lo pinché con el dedo índice.

− ¡Ah! −se escuchó un quejido, aunque sonó más a enfado infantil que a dolor−. Me has dado en el hombro− dijo retirándose un poco la sábana de la cara. Así se podía contemplar parte del lado  izquierdo de su rostro, su ojo azul y su claro cuello. Aunque Kevin no fuera una chica, su forma de ser y de pensar eran únicas, tanto que no me importaba que fuese un chico. Agaché mi cabeza y lo besé, agarrando la sábana que ocultaba su cuerpo−. Es agradable −dijo una vez que nos separamos−, ¿se te ocurre algo más dulce?

− No −respondo mientras me pierdo en el azul cielo de su ojo. Para mí todo es perfecto−, no creo que pudiera haber algo mejor, o más dulce que esto.

Su rostro muestra una sonrisa, aunque diferente a la que estaba mostrando hace unos segundos. Lentamente se deshace de su envoltura blanca mostrando nuevamente su delgado cuerpo. Su boca se acerca a mi rostro y sus labios rozan mi mejilla justo antes de acercarse a mi oído. Siento como su pausada respiración choca en mi oreja, sintiendo cosquillas.

− Podría ser más dulce −susurra−. La última vez dije que iba a compensarte... y eso todavía sigue en pie.

Las palabras de Kevin suenan extrañas. Yo no le pedí que hiciera nada por mí, es más, no creo que deba hacer nada por mí. Antes de que pueda abrir la boca para responder, él se lanza encima de mí. Sus labios son ahora los que pasan por mi cuerpo y, al lamer mi pecho, me causa un hormigueo confortable. Se detiene un segundo para mostrar una sonrisa, llena de rubor, antes de continuar con la labor. Poco a poco el hormigueo se desplaza a zonas más bajas, pero se frena justo cuando está llegando al final.

− Danniel −empieza mientras levanta un poco su mirada−. Quiero que sepas que eres un chico increíble... y pase lo que pase... siempre podrás confiar en mí.

Intento responder, pero es como si las palabras muriesen al abrir la boca. Eso me frustra y me incomoda, tengo una gran lista de cosas que decir, pero todas parecen desvanecerse cuando intento articularlas. Para mí es más que suficiente el poder escuchar eso viniendo de Kevin. Pero compruebo que para él no. Prosigue con su tarea desabrochando mi pantalón y desprendiéndose de él, casi con la misma facilidad con la que yo le arrebaté la sudadera. En aquel instante lo único que pasa por mi mente es una vergüenza abrumadora, me pregunto si así se sintió él cuando se encontraba en mi posición. Miro hacia otro lado cuando siento la mano de Kevin acariciándome. Los movimientos del chico pasan de ser lentos a rápidos en poco tiempo. Aquello me hace sentir genial, no quiero que se detenga, cada segundo es estupendo, placentero. Mientras él continúa, consigo incorporarme y alcanzarlo con mis manos. Beso su rostro y sus labios, al mismo tiempo que siento el grato movimiento de su mano.

− ¿Te sientes bien, Danniel? −me pregunta con su delicada voz separándose unos centímetros de mí. Yo sólo consigo soltar algo semejante a un “sí”. Él disimula una pequeña risa. En ese momento para cualquier movimiento−. Entonces túmbate.

Siendo empujado suavemente por su otra mano, mi cuerpo cae sobre la cama de blancas sábanas. No comprendo a dónde va a llegar Kevin con esto, pero no por eso desconfío de él, más bien es todo lo contrario. Continúa jugueteando un poco más con la mano izquierda, pero acto seguido el movimiento cesa, y noto como sus labios rozan la piel en la que antes se encontraba su mano. Lo que antes me parecía placentero  y maravilloso, no se puede comparar con lo que vino después. Hasta entonces había comprobado que los labios y la lengua de Kevin eran perfectos, podría considerarse un buen besador; pero lo que no me esperaba es que con esa misma boca pudiera hacer que una persona sintiese aquel placer indescriptible. Me encontraba extasiado, quería acariciar el cabello de Kevin, quería asegurarme de que aquello era real, que no era un sueño asombroso. Pasé mis manos por sus dorados mechones, agarrándolos. Creo que los agarré con demasiada fuerza ya que Kevin se detuvo unos segundos. Decidí dejar su cabeza en paz y agarrarme a las sábanas como él había hecho anteriormente. Pero no era tan simple. Se sentía cálido y perfecto, algo húmedo, mi cuerpo era incapaz de quedarse quieto y yo no hacía otra cosa que aferrarme con cada vez más fuerza a la suave tela. Esa sensación gloriosa iba a alcanzar pronto su clímax.

− Kevin... −su nombre era lo único que lograba decir. No quería que continuase. Si seguía a ese ritmo, pronto...

Él apartó su boca y volvió a colocar su mano encima de mí. Echándose sobre mi pecho y siguiendo con suaves caricias, sus labios se unieron a los míos y su lengua entró a mi boca. No sólo su saliva se juntó esta vez allí, el sabor era extraño, pero al ser alguien como Kevin poco me importaba cualquier cosa que pudiéramos hacer mientras ambos disfrutásemos. Terminé por apartarme de sus labios soltando un leve gemido al mismo tiempo que yo mismo llegaba a mi propio límite. Estaba exhausto, incapaz de hacer cualquier movimiento por pequeño que fuera, Dejé caer una vez más mi espalda contra la cama. Levantándome poco a poco, veo como Kevin rebusca en el suelo junto a la cama, parece que ha sacado el paquete de pañuelos desechables de mi pantalón. Hace lo mismo que yo había hecho hace rato, y siento una vergüenza similar a la que él debió experimentar antes, cuando era yo el que eliminaba el líquido de su cuerpo. Desvío mis ojos mientras él termina y tira el pañuelo a la papelera.

− ¿Te ha gustado eso? −pregunta tumbándose a mi lado−. ¿Te ha parecido dulce? −y abrazándome, se acurruca contra mi cuerpo.

− Ha sido increíble −digo pasando mis dedos por sus mechones−. Creo que no puedo expresar cómo me has hecho sentir... aunque no tenías por qué haberlo hecho...

Giro mi cabeza apoyándola encima de la suya. Agarro su mano, es delicada y frágil, igual que él. El verde de su ojo derecho me cautiva, podría pasar toda mi vida observando aquellos ojos. Incluso desnudo, tapándose ligeramente con la sábana, el cuerpo de Kevin parece el de una chica, aunque pensándolo, no me importa que sea un chico, él es perfecto.

− Danniel, me alegra que lo hayas disfrutado −soltó una pequeña risita−. Hacía mucho que no lo pasaba tan bien con otra persona, bueno... con un chico −lo que acababa de decir le alteró y la voz empezó a temblarle−. Q-quiero decir... no es que haya hecho esto con un chico antes... podría decirse que eres el primer amigo con el que...

− Te entiendo, también es mi caso.

− Danniel... −me llama en un tono casi inaudible.

− ¿Sí, Kevin?

− Hoy lo he pasado realmente bien... −su mano agarra la mía y acercándola hacia él−. Quiero que sepas que nunca olvidaré este día... Gracias por animarme  −y diciendo esto, roza con sus labios los míos en un pequeño y tierno beso.

Entonces se hizo un silencio, un silencio que se alargó en el tiempo, en el que ambos permanecimos inmersos en nuestros pensamientos. Una ausencia total que sólo consiguió llenarse con el sonido de nuestras respiraciones.
Rosatrice
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